El Abuelo.

Siempre y por lo general en forma inconsciente uno toma valores de la persona del mismo sexo mas cercano, casi siempre con la madre y/o padre, psicológicamente uno lo tiene como espejo o imagen, muchas veces, cuando esa persona no está en el seno familiar, es susplantada por otra persona del mismo sexo cercana a uno.

Últimamente, esto, y en las últimas décadas acrecentado, es muy común, el motivo: la gran cantidad de ruptura de matrimonios que hay, con esto no quiero entrar en discusión de quien tiene la culpa, si el hombre y/o la mujer, a mi forma de pensar siempre la culpa es compartida, en mayor o en menor medida, pero siempre compartida.

Mi Abuelo y Padrino a la vez, con su sabiduría de años vividos, fue mi espejo de el tome lo mejor, el amor hacia el trabajo, la honradez, la palabra, entre otras cosas, y un poco lo que soy. Hoy día, sigo llevando conmigo muchas cosas de el, aunque los tiempos no sean lo mismos, muchas veces me creo equivocado por seguir con esas creencias y/o costumbres de otras épocas, pero es como que ya está en uno, ya es parte de sus genes.

Hoy hace ya un largo tiempo que no esta, pero se que sigue estando conmigo, nacido de casualidad en la ciudad de San Pablo (Brasil) a comienzos del siglo pasado, erguido a pesar de sus ochenta y nueve años, un metro ochenta y dos de estatura, de contextura mas bien morruda, casi sin pelos en la cabeza y los pocos, muy blancos, como su piel, cachetes rosados y ojos de niños travieso, persona muy tranquila, de poco hablar, albañil en sus comienzos, y constructor mas adelante, una vez jubilado pasaba sus horas haciendo quinta, charlando con sus frutas y verduras.

Sus días comenzaban muy temprano, seis de la mañana, luego de tomar mate en la cocina, mientras escuchaba la radio en compañía del perro, tomaba su vieja bicicleta inglesa y enfilaba hacia uno de los terrenos en donde hacia su quinta, hasta las nueve de la mañana, a esa hora se levantaba mi abuela, que al salir del baño el ya le tenia el mate preparado, en ese momento se repartían los mandados, que luego hacia cada uno en su bicicleta. Al medio día, almuerzo, luego la siesta, a las dieciséis, los mates a la sombra de la parra al lado del aljibe, esto si era primavera o verano, acá era mi abuela quien lo esperaba con el mate, diecisiete, a cuidar la quinta que tenia hecha en su casa, a la diecinueve, luego del baño, salir a la vereda a hablar con un grupo de vecinos, era mas o menos lo que hoy conocemos, como juntarse a tomar café con los amigos, estos vecinos, eran de casi toda la vida, este grupo fueron los primeros en llegar al barrio, veinte y treinta, ya estaba sentado en la mesa, preparado para cenar, mientras miraba tele, hasta luego de hacer la sobremesa, a las veintidos, aprox., se acostaba a leer, siempre libros de historia o geografía Argentina, hasta que se quedaba dormido, después había que sacarle el libro de la cara y a pagarle la luz.

Muy pocas veces lo vi enojado, pero de esas pocas veces, mi abuela, quien era la “sargento” de la casa, no decía ni pío y desaparecía por el resto del día hasta que estaba calmo, alguna vez alguien me comento: “ nunca lo viste enojado en serio”, porque siempre era muy tranquilo, a causa de su forma de ser, de su paz, de su tranquilidad, era, fue y será una persona muy querida, ya que hoy día, cuando regreso a mi pueblo, hay muchas personas que todavía siguen hablando de el, como si siguiera entre nosotros.

SEAL